En el 2020, año en que se decreta la emergencia sanitaria, no se esperaba que el aislamiento social fuera a extenderse por más de 18 meses y que las escuelas y centros educativos permanecieran cerrados durante este tiempo. Con el fin de seguir el curso escolar, los educadores, los estudiantes y los padres de familia tuvieron que adaptarse rápidamente a los recursos que ofrecen los medios digitales.
La pandemia del COVID-19 provocó el traslado de los sistemas educativos a entornos virtuales, fue un hecho sin precedentes que afrontaron madres, padres y docentes de los más de ocho millones y medio de escolares que hay en Perú. El Estado había implementado anteriormente el programa Aprendo en Casa AeC, pero se encontraron con que había discontinuidad y que con el pasar de los años muchas prácticas de educación a distancia no estaban vigentes.
La videoconferencia se convirtió en una herramienta útil para desarrollar las clases y el intercambio de información académica, de este modo se esperaba lograr los objetivos de aprendizaje. Sin embargo, reubicar todo un sistema educativo en un entorno virtual fue un reto de grandes dimensiones, principalmente porque no todos los estudiantes ni los maestros contaban con dispositivos electrónicos adecuados, tampoco con acceso a internet, incluso, en algunos hogares no había electricidad.
Varios miembros de una misma familia debían compartir un celular, buscar un lugar que permitiera la conexión a internet y destinar una parte importante del presupuesto familiar para la recarga de datos. La pandemia hizo más evidente estas brechas de desigualdad, que no solo eran entre el sector urbano y rural, sino también se hacía evidente entre pares de una misma zona.
Hubo algo paradójico, en cierta forma los profesores pasaron a ser aprendices, pues muchos de ellos no tenían las mismas habilidades digitales que sus alumnos y actualizarse en términos tecnológicos ya no era una opción sino una obligación. Para Ana de Mendoza, Representante de UNICEF, “Los estudiantes considerados nativos digitales desean que sus maestros utilicen de manera oportuna y pertinente los medios virtuales para fortalecer sus aprendizajes en un contexto de emergencia sanitaria”.
En el nivel superior, aunque hubo varias ventajas como la reducción de costos en cuanto a gastos de movilidad y materiales de enseñanza, hubo también dificultades, para los estudiantes de carreras de ciencias e ingenierías no fue posible realizar sus prácticas, pues había actividades que era imprescindible realizar de manera presencial en campo o laboratorios y tuvieron que ser aplazadas. Actualmente, las universidades peruanas continúan innovando en estrategias de enseñanza- aprendizaje con el apoyo de la tecnología.
La época de aprendizaje virtual deja muchas reflexiones; evidentemente es necesario fortalecer la infraestructura digital en todo el país, dotar a los centros educativos de equipos tecnológicos e incorporar plataformas y aplicaciones adaptadas para brindar una educación de calidad.
La educación presencial debe tomar en cuenta los avances tecnológicos dentro de sus contenidos, pues con las comunicaciones a través de sistemas en la red se logra rapidez y agilidad. De hecho, hay diversos programas y aplicaciones que promueven la utilización de herramientas digitales. Por ejemplo, con Ringow es posible enseñar desde la distancia, creando horarios de acuerdo a las necesidades de los usuarios. Se pueden personalizar las clases y dar seguimiento a los procesos de aprendizaje.
Fuentes consultadas:
Columna de opinión “Cada Día Cuenta” publicada en el diario El Comercio por Ana de Mendoza